Danza de dragones (Canción de Hielo y Fuego, 5)
George R. R. Martin; traducido por Cristina Macía
Ed. Gigamesh, S.L., 2012.
1165 p; 21 cm978-84-96208-87-2
Sinópsis:
Después de una colosal batalla, el futuro de los Siete Reinos pende de
un hilo, acuciado por nuevas amenazas que emergen de todos los rincones y
en todas direcciones. En el Este, Daenerys Targaryen, el último eslabón
de la Casa Targaryen, gobierna con sus tres dragones como la reina de
una ciudad construida sobre el polvo y la muerte. Pero Daenerys tienes
miles de enemigos, y muchos se han propuesto dar con ella. A medida que
ellos la buscan, un joven emprende su propio camino hacia la reina, con
un objetivo diametralmente distinto… Tyrion Lannister también se dirige
hacia Daenerys mientras escapa de Poniente, donde le han puesto precio a
su cabeza. Sus nuevos aliados en esta huida, no obstante, no son los
malhechores que aparentan ser, y entre ellos se encuentra aquel que
podría impedir que Daenerys se haga del control de Poniente para
siempre. Mientras tanto, al norte se halla el colosal muro de hielo y
piedra: una estructura tan fuerte como aquellos que la resguardan. Allí,
Jon Nieve, lord comandante 998 de la Guardia de los Hombres de la
Noche, enfrentará el más grande de sus retos: sus más acérrimos enemigos
no sólo forman parte de la Guardia que dirige, sino que se extienden a
la tenebrosa tierra de las criaturas de hielo. De todos los rincones,
enconados conflictos cobran nuevos bríos, traiciones íntimas se
perpetran y un gran elenco de proscritos y sacerdotes, soldados y
criaturas camaleónicas, nobles y esclavos, enfrentarán obstáculos en
apariencia insuperables. Algunos fracasarán, otros crecerán en la fuerza
de la oscuridad. Pero en tiempos de agitación in crescendo, los hilos
del destino y la política arrastrarán a los personajes y al lector,
inevitablemente, a la más espectacular de las danzas.
Fragmento:
"Aquellos a quienes llamáis los hijos del bosque tienen los ojos dorados como el sol, pero una vez cada mucho tiempo nace uno con los ojos rojos como la sangre, o verdes como el musgo que cubre los árboles en el corazón del bosque. Son señales con las que los dioses marcan a los elegidos para recibir el don. No son muy robustos, y sus años de vida en la tierra son pocos, ya que cada canción debe tener su propio equilibro. Pero cuando se unen con la madera duran mucho tiempo. Mil ojos, cien pieles y una sabiduría profunda como las raíces de los antiguos árboles..."
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